miércoles, 16 de diciembre de 2009

Una reflexión crítica sobre la Identidad


Una reflexión crítica sobre la Identidad (1) por Guillermo Wilde

El encuentro con el otro tarde o temprano conduce a reflexiones críticas sobre la identidad. Un suceso inesperado de interacción cultural desencadena en nosotros el deseo imposible de conocer una condición perdida que asumimos como propia. Esa es la lección del linaje filosófico iniciado en la época de Montaigne, cuya culminación tal vez sea legítimo identificar con el pensamiento de Lévi-Strauss.

En su excepcionalidad, esa tradición intelectual reconoce en una humanidad común escondida detrás de la máscara de la diferencia. También revela la paradoja de una modernidad europea que en los últimos siglos no ha hecho otra cosa que expandirse, aplanando culturas en base al paradigma implacable de la homogeneidad cultural. Probablemente en esa contradicción esté inspirado el film La Bruma, donde Enrique Acuña explora algunos aspectos de la filosofía mbya-guaraní de la persona.

A partir de un acontecimiento crítico difundido en los medios nacionales, que confronta dos “sistemas médicos” radicalmente diferentes, Acuña descubre la vitalidad de una tradición cultural, y nos muestra unos saberes “arrinconados” en pequeñas islas de floresta que resisten al avance acelerado y destructivo del mundo blanco.

Mientras las empresas madereras hoy avanzan rápidamente en la tala irremediable de vastas regiones de la Selva paranaense, los Estados aún se debaten el reconocimiento de los derechos fundados en la preexistencia de este pueblo sobre aquel territorio, cuyos límites exceden las actuales fronteras nacionales. Por ese espacio se desplazaron sin restricciones millares de guaraníes desde tiempos prehistóricos. Ese territorio pone en juego una realidad dinámica que es fundamento del “ser”, de la humanidad, del teko, como ellos mismo lo llaman, con el que interactúan una gran cantidad de entidades visibles e invisibles.

Todo objeto y ser vivo, dicen los mbya, tiene su dueño o protector, una suerte de homólogo con el que es necesario mantener una relación apropiada de reciprocidad, que permita mantener el equilibrio cósmico. De ese orden deriva la condición misma de la persona, asociada a la adquisición del nombre propio y a la manutención del cuerpo, purificado por medio de los cantos y la danza. La transgresión de esas normas suele provocar enfermedades susceptibles de ser tratadas únicamente por el líder religioso de la comunidad (el opy gua) que es quien efectivamente entiende de los males que afectan a la comunidad. El film pone en evidencia la crisis contemporánea de estas concepciones, como resultado del avance colonizador de la sociedad de los blancos o jurua.

La disputa se libra nada menos que en torno de las definiciones de la identidad, y sus relaciones directas con las nociones de territorio, salud y enfermedad. El territorio, enseñan los guaraníes, es mucho más que aquella parcela de tierra que los agentes del Estado mensuran y manipulan como un objeto. Tampoco las enfermedades son el simple efecto de las causas naturales, susceptibles de ser tratadas con los instrumentos de la moderna medicina occidental. De modo parecido, la “identidad” no puede ser concebida como el reino de lo único, lo homogéneo y lo igual a sí mismo.

¿Cómo sería posible si no la comunicación con los demás seres que pueblan el cosmos?
El film La Bruma recupera una metáfora cara a la cultura guaraní para sensibilizar la imaginación de nuestra sociedad sobre sus propios límites intelectuales, alertándonos sobre los daños irreparables de reproducir una racionalidad instrumental que nos separa, cada vez más, de un sustrato humano común.

(1)-Reseña de la película
La Bruma -Tatachiná- , de Enrique Acuña-

Guillermo Wilde: Doctor en Antropología Social de la U.B.A., investigador del CONICET, y del Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín. Autor de numerosos ensayos y del reciente libro Religión y Poder en las Misiones Guaraníes. Editorial SB, Serie Historia Americana, Buenos Aires, 2009.-

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